Juan Andrés García Román

Capítulo 7. The gap (in Spanish)

 

(Él me lo contó – El melocotón) 

 

 

Yo he considerado la historia del lenguaje

y he sabido que era la historia de una adoración.

 

Nussnacker, él me lo contó, el Cascanueces.

Habla de un filósofo, un viejo.

Un viejo escribe a máquina, escribe eso, sentado a la mesa,

una larguísima mesa de banquete cuyo extremo se pierde en la niebla, ¿un piano de cola?

Está escribiendo algo que recuerda. Algo: exactamente qué.

 

El problema radica más allá la deixis: no es que nunca se pueda alcanzar el instante, porque de

hecho sí se puede alcanzar, pero una sola vez. Así, igual que las abejas pierden el aguijón cuando

pican, el hombre con el dedo que señala una puerta. Pero eso no es lo importante. Lo importante

es que no es posible la repetición.

 

Sueño con tener una mano -dice- toda rodeada de dedos como un cangrejo, una estrella o una rosa

de los vientos con varios dedos índice y corazón. Una mano que gira como una veleta. Una mano

nouménica.

Pero tengo una mano que se ortiga con lo real. Por ejemplo un melocotón, un pomo, la poma

de una puerta.

 

Dice que su pasado no existe, que lo ha intentado todo. Que ha probado “métodos”. Pero ni así.

La-Flor-de-la-Cadena-non-stop-show. Allí lo ha intentado. Que ha entrado incluso allí. Recuerda

el sonido del hielo en la copa, pero no que pudiera repetirse. Luego el triángulo del pubis como la

punta rota de una estrella o una flecha que siempre señala el infierno. Recuerda haberse bajado

del metro. Mind the gap, please, mind

 

the gap.

La grieta entre el lenguaje y su adoración. 

Sólo recuerda “la cuestión fundamental”: lo que él le susurró cuando ella empezaba a vestirse. Él

le dijo Si yo muero, “esto” puede no haber sucedido. Y ella le respondió Te equivocas: la nieve se

derrite, pero es blanca. Sólo puede morir quien pierde su origen. Se puede deshacer un nudo pero

no su alma, que es como un humo. Se puede deshacer un nudo, no su funcionamiento. Se puede

cerrar una puerta, pero no con ello pretender que no pueda abrirse más: se puede cerrar el acto de

haber abierto la puerta en un momento concreto un día determinado, pero no la puerta. Si una

puerta se abre, queda abierta para siempre. Puede desaparecer la lluvia pero no la posibilidad de

que alguien mire el desierto con una máscara de plata.

Eso le dijo ella y él se subió al metro.

 

Please, please, keep clear, do not obstruct the doors.

Do not abstract the doors.

 

Please Please

A la puerta en primavera le sale una flor. En verano, la flor afruta un pomo. En otoño, el pomo se

te machuca demasiado maduro en la mano. En invierno las puertas no tienen pomo y no se

pueden abrir.

 

Do not abstract the doors.

Él me lo contó, Nussnacker, el Cascanueces (lo llamábamos así porque rompía nueces que

colocaba en la concavidad de su traqueotomía).

Nussnacker dice que el viejo ya no sale. Ya no va a La-Flor-de-la-Cadena-non-stop-show.

Dice que cuando necesita algo deja caer desde el balcón una bolsa con un cordel, una extraña

cometa que cuelga por la gravedad, la vejez, una bolsa de infusión zeppelín.

También dice que escribe sin parar:

 

Yo era un hombre como otro andando por la calle pero mi sombra era la de un paracaidista.

Yo era un hombre cualquiera pero mi historia era la historia de una adoración.

 

 


Juan Andrés García Román

“Capítulo 7. The Gap” fue publicado en La Adoración [The Adoration] (DVD Ediciones, 2011).

 

Se puede leer y escuchar el poema traducido al inglés aquí.