Andrés Navarro

[De viaje] (in Spanish)

 

I.

 

Inútil pensar que el amor no blanquea

arena húmeda o paredes de isla, sobre todo

ahora

que el futuro

es casi literal. Libros: respiraderos

de conducta. Y a los pies cierto gato sumido

en un sueño simple con gorriones.

 

Imagina el ecuador entre un extenso horizonte

de súplicas y la profecía publicitaria, una mañana

emprendedora, tus manos aisladas en un mundo

de euforia que no entienden.

 

Y nos desenvolvemos

en una escena sin estilo, traducimos

paisajes: la raya de costa devuelve una versión

prehistórica

del sonido como límite; el resto —incluida

la respiración de aristas

tensando las fachadas— hoscamente

se ejercita contra el tráfico. El pulmón de hipos

 

del paseo marítimo despoblado de familias

es un cambio de tema, algo descartado

de la conversación en favor del despilfarro

sensual. Y sin descanso sobre la hierba giran

aspersores.

 

Entiéndeme: digo que me superas en número

si hablas de nosotros, amor, pero también los hechos

compiten por el lugar

del que volvías cada vez con nuevas preguntas.

 

Tú: una sustancia puesta en contacto

con su reactivo. Yo, un egoísmo sin blanco.

 

Y tus cinco sentidos de resistencia

aún piensan

para no tener que creer.

 

 

II.

 

El viento trae el negativo de caras que ha tocado

y es difícil

rastrear su influencia en tus gestos.                                                                    

 

Si esto fuera una gran ciudad, tal vez podríamos

visitar el zoológico —ganado que se agrupa

al anochecer mientras en el acuario

los peces tropicales aspiran

haches, en alarde de humildad—.

Pero aquí hemos venido a separar

lo posible

de lo esperable: todo lo que importa

y todo

lo que no importa espera a cuatro horas

por carretera hacia el Oeste. Cambiar de lugar

 

juntos, equidistar… Volvemos a un terreno

donde la habilidad o el escrúpulo valen más

que la firmeza de carácter, donde las arañas

aún son un placer irreflexivo. Sin labores

 

domésticas que afilen poses

maternas o paternas, la más frágil

médula de la siesta se abre en opiniones

una y otra vez. Y a la larga la luz lame

ombligos, sirenas rasuradas, noches

para drenar sin más

el resuello de amantes

obsesionando. Si no soy yo

o no es

la verdad quien habla

                                 puedes darme modelos

interiores en piedra y vistas largas sin apenas

obstáculos, algo que prepare la intención

por los bordes.

 

Después, tumbados en paréntesis, un susurro

decía que aún había tiempo que perder

en averiguaciones

pero pensaba que si alguien nos viera

vería una edad esquemática bajo un techo

casi blanco.

 

Me corrijo: la simpatía, la voz consciente

puedes negarlas, las proporciones no.

 

Mi segunda obligación es convencerte.

 

 


  Andrés Navarro

[De viaje] fue publicado en Un huésped panorámico [A Panoramic Guest] (Barcelona, DVD Ediciones, 2010).

 

Se puede leer y escuchar el poema traducido al inglés aquí.